Va apagándose el día y su luz nos va dejando,
poco a poco, muy poco a poco,
pero a cambio refulgen más las estrellas,
con mayor intensidad.
También la luna se va volviendo cada vez
más redonda y como de caramelo;
bien altas quedan las nubes blancas
casi imposibles de alcanzar allí en su cielo,
están columpiándose con sus mil formas
en un cielo azul oscuro tirando a negro.
La noche se convierte en mágica,
igual que mis sueños.
El aire cada vez se hace más fresco,
más puro, más aire si cabe…
y va enfriando mi piel
con sus deditos de hielo.
Todo está más tranquilo, más en calma,
en una noche sosegada que invita a perderse
dentro de ella, meciéndose
en su suave murmullo de hojas,
¡qué dulce está la noche y que suave!,
me digo mientras noto que formo parte de ella.
(Me gusta este poema porque es precioso)